Un día, dos hermanitos salieron de su casa rumbo al bosque, dispuestos a recoger leña para mantener su hogar tibio por el invierno.
Sin embargo en el instante en el que decidieron volver a casa, encontrar el camino de vuelta se les hiso difícil, siendo esta la razón los hiso llorar al no saber por dónde ir ni que hacer.
Después de y haber dado varias vueltas por el bosque, los pequeños vieron a lo lejos una luz, por lo que decidieron acercarse para ver mejor de qué se trataba, al llegar al sitio donde había luz, lo que encontraron fue una deliciosa casita de chocolate, enorme e ideal como para comer y vivir dentro de ella.
Como los dos hermanitos tenían mucha hambre empezaron a lamer las columnas de chocolate de la casa y las paredes de caramelo.
Por el ruido que habían producido mientras comían, una viejecita salió de la casa y les ofreció a los niños entrar para que pudiesen comer todo lo que quieran, confiados los hermanitos entraron dentro de la deliciosa casa de chocolate, sin embargo al entrar la viejecito se echó a reír mientras cerraba la puerta de la casa de chocolate con llave.
La viejecita resultó ser una bruja come niños, que usaba la casa de chocolate como una trampa para atraerlos hasta ella. Encerró al niño en una jaula para engordarlo pues estaba muy flaco y a la niña la tuvo como criada.
El astuto hermano se valía de una hueso de pollo para hacerle creer a la bruja que no había engordado, desesperada ella, mandó a la niña a encender el horno, pero como ésta no sabía cómo hacerlo, la bruja le enseñaba, entonces la niña aprovechó para arrancarle la llave del cuello y de un empujón la encerró en el horno y ambos niños huyeron.