En el reino de las abejas, habitaba una abeja muy vaga que no le gustaba trabajar nada. Sin embargo, cuando llegaba la época de la escasez, esta abeja siempre acudía a sus abejas vecinas para pedirles si por favor, podían darle algo de comida para no pasar hambre en fechas de escasez.
Durante el transcurso del año anterior, como sucediese con cada uno de los años, sus abejas vecinas trabajaban sin descanso para que cuando llegasen las fechas en las que había poco alimento para las abejas, no pasasen hambre ni necesidades. Mientras tanto, la abeja que no quería trabajar no hacía nada más que estar tirada en el sofá o vagueando sin hacer absolutamente nada. De hecho, pasaba las horas viendo programas de televisión, jugando a la videoconsola o comiendo en abundancia, mientras que el resto de sus abejas vecinas almacenaban alimentos para las fechas en las que no hubiese tanta comida.
La madre de la abeja que no quería trabajar le decía: «Hija mía, trabaja duro ahora y luego, en época de la escasez, podrás hacer todo aquello que estás haciendo ahora o puede llegar un momento en el que pases hambre durante esta fecha». A lo que la abeja le contestó que eso no pasaría porque sus vecinas siempre la ayudaban.
Pasaron las fechas de abundante alimento mientras que la abeja que no quería trabajar no hacia nada al respecto y seguían pasando los días como si nada. Cuando llegó la época de la escasez acudió como cada año a pedir alimento a sus vecinas pero se lo denegaron y pasó más de un mes con muy pocos alimentos, mientras caminaba por el campo en busca de alimentos sin éxito.
Dicen que ahora, se volvió una trabajadora incansable más para almacenar alimentos en su despensa y solamente tienes que dar una vuelta por su casa para comprobarlo.