Se cuenta que una vez en la ciudad de Hamelin, grandes cantidades de ratas, ratones y pericotes invadieron cada una de las calles del pueblo de Hamelin.
La plaga cada día crecía más y los pobladores de Hamelin estaban perdiendo la comida que tenían de reserva en sus despensas y sus negocios estaban yéndose a la ruina.
Yal fue la desesperación del pueblo y el alcalde de Hamelin, que decidieron que todos se reunirían en la plaza para acordar una solución y eliminar a las ratas.
Entonces se apareció frente a ellos un hombre alto y vestido como vagabundo, quien prometió acabar los ratones de Hamelin. Aunque el hombre pedía mil florines, una suma excesiva, el alcalde y los habitantes de Hamelin Aceptaron.
Entonces el flautista de Hamelin, con ayuda de su mágica flauta, empieza a tocar una melodía y a medida que se paseaba por las calles, los ratone iban saliendo de las casa y sus escondites para seguir al flautista, cuando el forastero se hallaba lejos, hiso posible que los ratones se ahogaran en un río cercano al pueblo.
El pueblo de Hamelin estaba feliz y celebraron, sin embargo cuando el flautista se presentó para cobrar su recompensa, el alcalde de Hamelin se rehusó a pagarle. El flautista de Hamelin prometió venganza Y entonces compuso una nueva melodía, la cual era dulce y solamente a base de tres notas.
Esta vez a medida que caminaba por las calles de Hamelin, eran los niños del pueblo, aquello que lo seguía, sin que nadie pudiese hacer nada.
Hasta que de pronto al acercarse a una montaña, ésta se abrió y en ella entraron todos los niños de Hamelin.
La ciudad de Hamelin quedó triste y por más que buscaron al flautista de Hamelin y a los niños que nunca aparecieron.