El payaso triste. Había una vez un circo que tenía entre sus espectáculos las mejores funciones del mundo, entonces un día llegaron a un pueblo, donde encontraron a un payaso triste, quien por nada del mundo podía reír.
Se cuenta que en el circo todos intentaron devolverle la alegría al payaso, la mujer obesa rodaba, los malabaristas cogían hasta los ladrillos, los trapecistas se quedaban en un hilo y los perritos bailaban a dos patas.
Todos en el circo querían devolver la sonrisa del payaso, pero nada lo conseguía, entonces una hermosa joven entró a ver una de las funciones del circo, sin embargo lo que ella no se esperaba era que aquel payaso triste se enamoraría de ella.
La dama encantada por los detalles del payaso, acepta sus cortejos, el payaso estaba más entusiasmado, pero igual mantenía un rostro triste.
Sin embargo un día salieron a pasear por la plaza del pueblo, luego a tomar un helado y la mujer le contó que se marcharía e iría a otro pueblo.
El payaso volvió a quedar triste y ahora nada lo animaba, cabizbajo y sin ganas de reír, ya nadie podía hacer nada por él.
Pero un día la mujer volvió al pueblo y esta vez ya no se marcharía, entonces el payaso fue a buscarla. Aunque esta vez con dificultad, nunca conseguía encontrarla.
Hasta que un día pudo verla, pero ella había vuelto casada, la pena para el payaso fue aún peor, creyendo que para él la felicidad había desaparecido.
Entonces apareció una payasa muy simpática y linda bajo la carpa del circo, el payaso la vio, los dos se miraron y quedaron profundamente enamorados, entonces el payaso volvió a reír por primera vez en muchos años.