Había una vez una pareja de esposo que se encontraba de viaje, mientras buscaban hospedaje bajo la lluvia, pudieron visualizar un cartel que decía “Casa de huéspedes”, entusiasmados por el cansancio y el hambre que tenían decidieron caminar todo el corto camino.
Se cuenta que cuando los esposos llegaron fueron hospedados por una amable viejecita.
A la mañana siguiente en el desayuno, la amable viejecita invito a sus esposos a desayunar con ella, pues había enviudado y siempre comía sola. Los esposos aceptaron con gran alegría y entusiasmo la propuesta de la dueña del hospedaje.
En la mesa, la viuda les contó su desdichada historia, pues jamás pudo tener hijos y su esposo ya había fallecido hace varios años, por lo que no tenía más compañía que cuando le tocaba hospedar a viajeros y forasteros.
Entonces la pareja de esposos se miraron uno al otro y como si se tratase de un acuerdo visual decidieron darle una sorpresa a viejecita por tan buen trato que había tenido con ellos.
Entonces la mujer sacó de una de sus maletas a 3 ratoncitos y dijo:
– Tome dulce señora, nosotros partimos esta tarde de la casa, pero estos 3 ratoncitos se encargarán de hacerle compañía, trátelos bien y una sorpresa de ellos recibirá.
– Y el esposo agregó diciendo: cuídelos, pues son ciegos, a nosotros ya nos han dado una sorpresa.
La viejecita acepto el obsequio con gusto, los esposos se marcharon y ella se quedó con los tres ratones ciegos.
La mujer cada mañana les daba de comer y los abrigaba. Por su dedicación y amor, los ratoncitos decidieron darle un regalo.
A la mañana siguiente, la mujer encontró a una hermosa y robusta bebé, que se convirtió en su hija amada y querida.