Cuentos para niños

Hace muchos años atrás, había un niño llamado Daniel, quien había sido criado por su madre y su padre, tal vez en su casa había algunas carencias económicas, pero jamás Daniel vio a sus padres pelear o faltarse el respeto. Cuentos para niños

Este jovencito había sido muy bien criado, Daniel es colaborador con todos en el pueblo y además todos lo admiran.

Un día Daniel escucha en el pueblo una historia mágica de duendes, pues un hombre contaba que se había encontrado con un duende, pero fue castigado y le habían hecho aparecer una cola de burro.
Daniel veía que sus padres se esforzaban lo más que podían porque en su casa nunca faltase comida, pero tenían una deuda y amenazaban con quitarles su pobre casa.

Por lo que en este cuento, Daniel va al bosque y es escuchado por un duende y éste le dice:

– Dime jovencito ¿qué es lo que deseas?
Por lo que Daniel responde:
– Que no nos quiten nuestro hogar.
Así que Daniel y el duende hacen un trato y el duende dice:
– Tráeme lo más valioso que haya en tu hogar y te ayudaré.
Daniel lleva a sus padres al bosque. Sorprendido el duende, les dice:
– Exactamente el amor es lo más valioso que tienen, has sido honesto y sin temor has traído a tus padres.

Así que el duende le dio a Daniel, muchas monedas de oro.

El Espíritu del agua.

aguaEn un lugar muy muy lejano, en un viejo castillo rodeado de jardines, vivía un hombre solitario. El cielo de Japón era muy hermoso en una noche húmeda y el hombre decidió descansar afuera, justamente a orillas del hermoso y grande lago que quedaba justamente dentro del terreno de su majestuoso castillo.
El hombre pensaba, de que le servía tener tanto dinero, tantos bienes y tantos sirvientes si finalmente después se sentía tan solo. No tenía con quien compartir sus aventuras y al caer la noche no tenía con quien hablar.

Mientras pensaba el hombre no pudo contener su sueño y se quedó adormitado. De pronto lo despertó un espanto. Cuando el hombre abrió sus ojos vio justo a su lado a un hombre adulto que lo miraba fijamente.

No pudo contener el miedo, no sabía qué hacer. Cerró de forma inmediata sus ojos de nuevo pensando que podía engañar a aquel hombre haciéndole creer que estaba dormido.

Luego sintió las manos del hombre muy frías y mojadas que le acariciaban el rostro y de repente, al abrir sus ojos, el hombre desapareció.

Aterrorizado llamó a todos sus sirvientes y pasaron varias noches tratando de encontrar al hombre en los alrededores del castillo pero el esfuerzo fue en vano. Finalmente un día, intrigado, el hombre decide sentarse nuevamente a orillas del lago a ver si veía de nuevo a aquel espíritu y así fue.

El mismo hombre que lo había tocado aquella noche surgió de entre el agua y se acercó. Esta vez estaban cerca sus sirvientes y lo atacaron. Al sentarlo, todos le hacían muchas preguntas a aquel hombre pensando que tal vez sería un ladrón. Sin embargo él no respondía nada.

Finalmente, justo cuando lo iban a llevar a un calabozo, el espíritu pidió agua. El hombre accede y le traen una vasija llena de agua y al tocarla el hombre desaparece. Se desvanece entre el líquido.

Sorprendidos, los sirvientes echan el agua dentro del lago y de manera inmediata se oye una voz que dice: Soy el Espíritu de Dios que está también en el agua. No temas, solo quería decirte que siempre estaré contigo. Cuando sientas que estás solo búscame en el agua y me encontrarás.