Les compartimos varios y excelentes cuentos infantiles para dormir.
El Libro de los animales. Cuenta la historia que en un reino muy lejos murió de repente el anciano Rey. Sin saber lo que ocurría el león y su amigo conejo corrían por los pasillos del palacio y por error entraron en el salón real.
Al irrumpir por la puerta el primer ministro del reino dice: oh, nuestro rey antes de morir ha dicho que su sucesor será el primero que entre por esa puerta y ha sido usted señor león. De ahora en adelante es el Rey de la ciudad.
El león no lo podía creer. Lo llevaron en un hermoso carruaje a recorrer las calles donde la gente lo aclamaba ¡salve nuestro rey león! Y le brindaban exquisitos manjares.
De vuelta en el castillo el primer ministro y los miembros del parlamento llaman al león a la biblioteca para que tome sus primeras decisiones reales. Al entrar al lugar le muestran un gran libro. El libro de los animales y le dicen que no deberá tocar ese libro pues el rey anterior era mago y le había hecho un conjuro.
Abrumado por la curiosidad el rey león entra de noche a la biblioteca y nota el libro. Al abrirlo encuentra una página con un hermoso pájaro azul y al abrirla completamente el pájaro irrumpe desde el papel y sale por la ventana.
El león queda sorprendido y sigue abriendo. En otra página nota un inmenso animal y al abrir completamente sale del libro un gran dragón de color rojo que escupe fuego y escapa por la ventana. El león cansado y sorprendido se duerme.
Al día siguiente recibe la noticia de que el dragón ha devorado a algunos en la aldea y se pone triste. Abre el libro y hace salir a un caballo blanco que lo ayuda a buscar al dragón. Al llegar donde está el inmenso animal son atacados, pero la astucia del caballo hace que el dragón se confunda y mientras da vueltas el león logra devolver al dragón al libro y al hacerlo regresan todas las personas desaparecidas.
Y fue así como el pequeño león se convirtió en el rey más querido de su pueblo por tener la valentía de enfrentar al dragón.
El oso manso.
El oso blanco más manso y hermoso que jamás había sido visto, fue capturado por Arturo un cazador quién decidió que el oso se lo entregaría al Rey de Dinamarca como regalo de navidad.
Arturo le dijo al oso que debían alejarse del frío, encontraron una cabaña cercana y un granjero les abrió la puerta, el viejo granjero creyendo que eran gnomos les dijo:
-¿Por qué llaman? Nunca se habían tomado la molestia. Al darse cuenta que era el cazador y el oso les pidió disculpas.
La mujer del granjero se dirigió al cazador diciéndoles que estarían mucho mejor en las cuevas, por el desorden que dejaban la noche de navidad, los feos gnomos, en su cabaña.
Arturo decidido les prometió que jamás volverían a pasar una noche de navidad en las cuevas, porque él y el oso manso se encargarían de los gnomos.
A media noche los gnomos aparecieron gritando:
-Granjero, granjero ¿qué nos has preparado esta noche? Espero que sea mejor que los de la navidad pasada.
Forzaron las ventanas y saltaron dentro de la granja, eran los gnomos más feos que había visto Arturo.
Saquearon y comieron todo lo que el granjero tenía en su hogar, hasta que un gnomo borracho dijo:
-¡Oh, miren aquí hay un pequeño gato!
El oso manso abrió un ojo cuando el gnomo borracho se dirigió a él. El feo gnomo le pegó con una salchicha en la nariz del oso.
El oso furioso por la agresión lanzó al gnomo por la puerta hasta la nieve. El oso asustó a los gnomos y todos escaparon.
El granjero y su esposa felicitaron a Arturo quién les dijo amablemente: -Ya no tendrán problemas con los gnomos.
Entre los gnomos se corrió la voz de que no debían ir nunca a la casa de los granjeros por su gran gato.
El Traje del Emperador.
Había una vez un presumido emperador, que sólo pensaba en comprar nuevos vestidos.
El emperador tenía un grupo muy grande de sastres que se encargaban de hacerles nuevas ropas, porque el emperador tenía que ser el mejor vestido de todos los reinos.
Un día, un típico día en el palacio imperial dos muchachos muy pícaros, pidieron ser recibidos por su majestad, el emperador.
Decían ser unos famosos sastres que venían de otras tierras, el emperador encantado de esta noticia, les hizo pasar de inmediato al palacio.
Los chicos pícaros le dijeron al emperador: – Majestad, hoy le hemos traído una tela maravillosa.
-Es una tela especial que no la pueden ver los ignorante, sólo los inteligentes la podrán ver y les gusta mucho – Dijo el otro chico.
El emperador emocionado le pidió a los sastres mentirosos que empezaran a hacer un vestido con esa maravillosa tela, quería enseñársela a todo el mundo.
Los falsos sastres pidieron grandes sumas de dinero y muchas joyas para la elaboración del traje. Les hacían creer a todo que cocían y cortaban cuando realmente no hacían nada.
El día llegó y el emperador emocionado se fue a probar su nuevo vestuario. Cuando se lo presentaron se quedó un poco desilusionado, él no podía ver el vestido.
Pero para que sus súbditos no pensaran que no era inteligente, decidió disimular y mentir.
Todo el pueblo lo esperaba, esperaban que pasara el emperador con su ropaje, por la curiosidad que había causado el alarde por las telas especiales.
Para asombro de todos, el emperador iba caminando desnudo por el pueblo y el silencio reinó en las calles, sólo un niño con inocencia dijo: – ¡Miren, miren el emperador va desnudo!
Ante ese comentario del niño, el emperador sintió gran vergüenza y fue un día muy triste para él, pero aprendió que en la vida lo importante es ser honesto.