Un Ojito, Dos Ojitos, Tres Ojitos. En una humilde casa vivía una madre de 3 hijas muy diferentes. La primera de ellas había nacido con un ojo en el centro de su cara, la segunda nació con dos ojos (Al igual que todos nosotros) y por último, la tercera nació con tres ojos, dos en ubicación normal y el tercero en el centro de su frente. A diferencia de lo que todos
Un día dos ojitos no lo soportó más y lloró como nunca, entonces apareció un hada madrina quien le concedió como deseo que su cabrita se convertiría en una mesa repleta de alimento para que sacie su hambre todos los días y luego esconda el hechizo para regresar a la casa. Las hermanas y la madre querían saber porque ya no comía las sobras que le dejaban y por eso es que comenzaron a seguirla.
El primer día la siguió un ojito y fueron a la pradera con su cabrita también. Estando allí y muy cansadas es que le comenzó a cantar hasta que quedó dormida, entonces se alimentó muy bien, guardó el hechizo y la despertó. El día siguiente la siguió entonces tres ojitos con su cabrita, cuando le cantó para que durmiera ella dijo cierra los dos ojitos por error y el de la frente quedó despierto, solamente que lo cerró para hacerse la dormida y ver todo el hechizo. Aquel día contó a su madre todo lo que vio y la misma le quitó la vida a la cabrita.
Nuevamente comenzó a llorar dos ojitos y el hada le dijo que entierre el corazón de la cabrita en su puerta. Allí salió un árbol lleno de oro y plata que todos frenaban a ver, pero solamente ella podía tomar sus frutos. Un día llegó un príncipe impresionado por el árbol y pidió que le dieran un fruto, solamente dos ojitos pudo hacerlo y a cambio le pidió que se la lleve para siempre. Así lo hizo, la llevó al castillo donde vivió muy feliz y con el tiempo pasó a ser la enamorada del príncipe. Luego de mucho falleció la madre de las hermanas y un ojito con tres ojitos pidieron limosna por el reino hasta que su hermana las perdonó y las llevó a vivir con ella.
El niño y los clavos:
En una casa muy humilde había una familia que era muy feliz, pero el pequeño de la casa era bastante malcriado porque siempre maltrataba a los demás a causa de su constante enojo, se peleaba con sus amigos, les decía cosas feas, cuando su madre lo llamaba para comer o para bañarse él estaba enojado, nunca quería hacer las cosas, ni levantar sus juguetes, ni absolutamente nada que le digan para hacer. Su padre veía con angustia como se comportaba su hijo a diario y entonces decidió darle una lección para que aprenda a ser una mejor persona antes que nada.
El padre del niño lo llamó para que lo ayude con una tarea, cuando el niño llegó con su padre este le dio clavos, un martillo y le dijo que debería ponerse a clavar un clavo cada vez que esté enojado y tenga ganas de decirle algo feo a una persona, esto serviría para desquitarse su enojo y a su vez para no decirle cosas feas a las personas que tanto lo quieren. El niño aceptó de muy mala gana, pero no podía negarse a realizar la labor que su padre le encomendó.
Acercándose a la cerca de atrás, el niño comenzó a clavar hasta 4 clavos al día, era impresionante, pero en la casa todos estaban más contentos ahora que era un niño educado con ellos. Con el paso de los días, el niño se dio cuenta que ya no estaba clavando clavos, ni tampoco se estaba enojando con nadie, era más fácil dejar de hablar mal que clavar clavos en la cerca. Habló con su padre y le dijo que hace días no clavaba nada y entonces la nueva tarea era que quitase un clavo por cada día sin mal humor.
El niño fue quitando uno a uno todos los clavos de la cerca y el padre orgulloso lo acompañó a la misma para enseñarle que hablarle mal a las personas es lo mismo que agredirlas de forma física, ellos reciben de cada palabra de enojo una herida que luego no se puede cerrar, como los agujeros que quedaron en la cerca por todos los clavos que se clavaron en ella. Tanto lo conmovió al joven, que nunca más volvió a hablarle mal a nadie. Es más, se convirtió en un pequeño muy obediente y siempre estuvo agradecido con su padre por todas las enseñanzas que le inculcó cuando era necesario hacerlo.
Sara y Lucía van de compras:
Dos amigas de toda la vida se fueron de compras, esto no es algo nuevo porque siempre solían hacerlo, el tema es que ahora entraron a comprar ropa y Sara es bastante sensible, se pone triste muy fácilmente, entonces cuando entró a probarse algo que no le quedaba bien, salió y le preguntó a su amiga que le parecía, cualquiera en su lugar le hubiera mentido y dicho que le quedaba hermoso, pero no le hubiera hecho un bien de esta manera.
Lucía hizo lo que toda buena amiga hubiera hecho en su lugar que fue decir la verdad y decirle en este caso a Sara que su ropa no le quedaba nada bien, que mejor se busque otro modelo que le quede mejor. Sara comenzó a llorar, fue al vestidor, se puso nuevamente su ropa y salió corriendo para la casa, en donde la madre la estaba esperando, pero se sintió mal de verla llorando tanto, además dejó sola a Lucía en la tienda, quien estaba super avergonzada y se sentía triste de haber ofendido tanto a su amiga.
La madre de Sara le explicó entonces que una buena amiga es la que dice la verdad y que no le quedarán bien todos los modelos que se pruebe porque todos somos diferentes y nos quedan mejor unas cosas que otras. Sin embargo, que ella debía valorar la amistad de Lucia que además de conocerla de toda la vida, en el momento donde tuvo que decirle la verdad lo hizo y eso es algo super importante.
Sara salió corriendo a la casa de su amiga Lucía y entonces le pidió perdón por ofenderse, lo hizo de un modo tan convincente que su amiga olvidó rápidamente lo que había pasado y volvieron a ser tan amigas como antes, solo que ahora las dos eran sinceras para siempre.
El león y el Pavo.
En medio de la oscura y densa selva surgió de repente entre dos distintos animales una amistad muy especial. El Pavo Real y el Rey león poco a poco se fueron conociendo y conversando se hicieron muy buenos amigos.
Como buen león, al rey de la selva le gustaba mucho cazar y comer animales mientras que el pavo siempre optaba por las frescas frutas que crecían en la selva y así pasaban las tardes estos dos amigos comiendo y jugando sin parar.
En una ocasión, a la hora de la cena, el rey león y el pavo real se dieron cita para encontrarse en la orilla del gran lago. En el lugar había muchos animales y el león logró casar y devorarse a su presa mientras que el pavo real no encontró frutas para comer. Un poco decepcionado el pavo real opto por sembrar una semilla de ciruela que traía del huerto y viéndolo en león comenzó también a sembrar un hueso.
Al verlo el pavo real exclamó ¡Si eres tonto león, de nada te sirve ser el rey de la selva si no eres capaz de pensar con claridad, los huesos que has enterrado jamás crecerán y nunca podrás alimentarte!
Al pasar algunos meses el pavo real y el león se volvieron a encontrar en el mismo lugar. Al llegar al sitio el pavo notó que había un gran árbol bello y frondoso, repleto de ricas ciruelas y se sintió muy orgulloso y feliz.
Al ver al león le dijo –Viste lo que solito he logrado, aquí siempre tendré comida para mí- el león entonces intentó sacar los huesos que había sembrado pero no los encontró.
Al ver esto el pavo le dijo: Eres muy tonto león, nunca tendrás comida porque la comida es solo para los inteligentes. Y justo después de que terminó de hablar el pavo, el león se le abalanzó encima y se lo devoro de un bocado. Al final el león fue más inteligente que el orgulloso pavo.