Una vez en la ciudad de Hamelin era una ciudad. En cual un día sucedió algo que impresionó a sus gordos y satisfechos habitantes, pues en sus calles se veían miles de ratones, los cuales andaban por todas partes.
Todos los ratones en la ciudad de Hamelin, se encontraban comiéndose todo lo que encontraban a su paso, desde los alimentos que se encontraban en los graneros de cada uno de sus habitantes, hasta devorando las bien provistas despensas de sus habitantes del pueblo. Siendo esta última razón lo que más los indignaba.
Ninguno de los habitantes conocía a ciencia cierta cuál era el motivo por el cual los ratones invadieron Hamelin. Nadie sabía que hacer con la plaga que cada día aumentaba más y más.
Tanto eran los ratones en Hamelin que hasta los gatos salían espantados de la ciudad.
Ante la desesperación de la gran cantidad de ratones en la ciudad de Hamelin, los hombres se reunieron en consejo para decidir qué hacer, entonces determinaron que al que fuese capaz de eliminarlos a todos, obtendría 100 monedas de oro.
A los pocos días, llegó a la ciudad un flautista que se presentó frente al consejo y les prometió que desaparecería a todos los ratones de Hamelin.
Entonces el flautista de Hamelin, empezó a pasear por las calles de Hamelin y gracias a la melodía de su flauta, los ratones empezaron a seguirlo saliendo de sus escondites.
El flautista llevo a los ratones a un sitio alejado de la ciudad y pasando por el río hiso que todos los ratones se ahogaran.
Los pobladores de la ciudad de Hamelin no le pagaron las cien monedas y en venganza el flautista con una dulce melodía se llevó a todos los niños de Hamelin