Este es el cuento de una pequeña ratita que vivía con su familia y con el resto de su manada y que a ella le gusta mucho ser presumido y siempre que puede presume de las cosas que tiene.
– Miren, esto es mío y solo mío.
Los ratones muy hambrientos tratan de quitarle el queso pero ella muy rápido se lo come entonces de los demás muy decepcionados siguieron buscando más comida de la cual poder alimentarse. Al día siguiente por la noche las ratas fueron al mismo sitio y comenzaron a husmear a ver si encontraban algo que les sea de utilidad para comer, y nuevamente la rata presumida se vuelve a encontrar con el queso, y acto seguido se las enseño a todas las ratas presumiendo nuevamente del quesos que se habían encontrado, entonces las demás ratas fueron tras ella pero era demasiado tarde, ella ya se la había comido. Al día siguiente las mismas ratas fueron nuevamente al mismo lugar y aquella ratita presumida volvió a encontrar ese queso, lo temo y se los enseño a todos pero de repente algo cae sobre en encima. Era una jaula y el queso era de plástico rociado con el olor de un queso real. Su familia la salvo y desde entonces no volvió a ser presumida.